Santuario de la Madre de Dios de la Balma

Lugar precioso para visitar y disfrutar. Lleno de misticismo y espiritualidad si se investiga antes la historia que lo rodea. El restaurante (con aire acondicionado y música ambiental agradable) ofrece dos menús con diferentes precios y opciones en determinadas épocas del año. Elegí el más básico (15€) y me quedé sorprendido por su cantidad, variedad y calidad (bebida y postre incluidos). Trato muy amable del chico que regenta el restaurante, así como de la ayudante.

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Ni nos alojamos allí ni comimos, lamentablemente, pero nos sorprendió el sitio, cuya existencia, debo admitir, desconocía. Me chocó un poco encontrar una atmósfera muy, muy preparada para la hostelería, pero vamos, eso no es obstáculo para ilustrarse uno sobre la historia del sitio, y respetarlo. Por lo demás, está en un entorno que vale la pena visitar, aunque sea solo de excursión.

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Hoy ha sido la mejor comida de nuestras vacaciones por no hablar del trato recibido por el dueño, Jose, un gran profesional, super amable. Ha sido todo tan agradable que no os lo podéis perder. Ambiente muy familiar y cocina espectacular. Hay dos menús, uno de 15 euros (entra postre y bebida) y otro de 25 euros (entra postre, bebida y café). Los menús muy abundantes , imposible quedarte con hambre! Íbamos con dos nenas de 11 años que tampoco comen mucho y todo eran facilidades para ajustar los menús. Resaltar el lomo, entrecote, parrillada de carne, pulpo, cecina con foie, croquetas caseras, patatas rellenas,embutidos, ensaladas deliciosamente aliñadas, pan con tomate casero.... es decir... TODO!!! Gracias Jose, así vale la pena salir a comer y enhorabuena a esas cocineras tan simpáticas entre las que se encuentra la dueña también, ya que al salir esta cerca la cocina y las hemos felicitado.

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Excelente lugar para pasar el día y comer. Disfrutando de las vistas y del santuario. En el restaurante el servicio es muy bueno y rápido y la comida es muy buena. Recomendable, vale la pena llegar hasta allí. Menú de 15 y 25 € Recomiendo el pulpo a la brasa.

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El santuario es pequeño pero muy peculiar al estar metido en la roca de la montaña. Muy limpio y cuidado. Un ligero perfume de incienso y una muy adecuada música de fondo perfeccionan la visita. El restaurante ofrece menús sabrosos y abundantes a un correcto precio. Totalmente recomendable.

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