LUARQUÉS

Hoy he descubierto el trato inexistente a un comensal. Para empezar unas almejas para compartir, se supone que eran a la marinera y eran a la harina y sin perejil. Gusto total a maicena. De segundo he pedido un churrasco con salsa al cabrales. Mis compañeros una fabada, bien y unos calamares en su tinta, bien. Pues el churrasco no ha aparecido, me han dejado a base de pan y lo que ha sobrado de fabada. Al final ha llegado sin salsa, la he reclamado. Al rato he decidido que mejor para llevar pues al haber esperado como 20 minutos pues ya no me entraba. Pues me lo han puesto sin las patatas y sin la salsa. No me vale que me digan que las patatas las harán cuando me vaya al igual que la salsa. ¿Qué se creen que me lo voy a comer ahora? De cocina sé un rato, y las almejas han sido estiradas porque no les llegaba, la salsa era harina insípida, el churrasco se lo han quedado ellos. Lo demás normal. Espero que sea la última vez que tratan a alguien así de mal y siendo clientes. Muy mal señores. El pan con aceite y o mantequilla bien, es lo único que he comido realmente con los restos de una fabada. Dejar a un comensal sin comer error de principiante. Por su culpa se ha roto una relación de más de tres años, gracias.

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Un lugar entrañable y muy recomendable. Un descubrimiento muy agradable. Una cocina inmejorable. Todo delicioso. Y el trato del propietario de 10. Repetiremos sin duda. Gracias Luarqués.

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Es un restaurante bastante sencillo de aspecto, cuadrado, como las clásicas casas de comidas, pero lo mente cómodo como para disfrutar de lo único importante: sus platos. El puchero de verdinas con langostinos y rape es exquisito, además de abundante. Pero es que los platos generosos deben ser emblema de la casa, porque tanto el cachopo clásico, como el rape al horno son descomunales, además de excelente calidad y ejecución. También probamos un arroz con leche, que a mi gusto estaba excesivamente dulce, por lo que dejé una buena parte, pero no empaña un ápice lo bien que comimos y lo bien atendidos que estuvimos en este legendario lugar. Un acierto. Y el precio es asombrosamente razonable. Volveremos.

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Restaurante situado en el centro de Madrid, cerca de Gran Vía y del Congreso de las diputados. Lo regenta un señor asturiano muy atento. El lugar es sencillo pero acogedor. Nos pusieron de aperitivo caldo de marisco y ensaladilla rusa, muy rico todo. Pedimos croquetas variadas, son caseras de jamón, boletus y cabrales. A continuación unos pimientos asados con atún escabechado. Y por último un cachopo de merluza con gambas y queso. Todo estaba muy rico, servido a su tiempo. De postre, arroz con leche casero. Volveremos a comer la fabada y el cachopo de ternera sin duda. Totalmente recomendable.

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Sitio elegante y muy bien atendido. La calidad de los productos es innegable y la carta netamente asturiana, con platos que no son habituales en Madrid como las cebollas rellenas o los calamares en su tinta. Por ponerle un pero esta algo subido de precio y estos no reflejan el iva por lo que el palo es mayor.

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