Gran Hotel Rural Cela

En pleno centro de Belmonte. Atención de 10. Habitación mui limpia y cuidada. Desayuno abundante al igual que la cena. Mui recomendable

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Trato esmerado y gran profesionalidad de todo el personal. Roberto el dueño es un gran profesional y muy amable con el público. Admiten perros. La comida es muy buena

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Lugar con mucho encanto rodeado de montañas. El gerente, Roberto, y todos los camareros te hacen sentir como si estuvieras en casa. Un 10 para todos ellos. La habitación, triple, muy espaciosa y súper limpia. La comida excelente y súper abundante, yo además soy celiaca y no tuve ningún problema, todo lo contrario pendiente de todo en todo momento. Hotel recomendable 100% y para repetir.

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He estado una semana alojado en el Gran Hotel Rural Cela, el lugar es precioso enclavado entre montañas, el hotel se encuentra al lado de la plaza del pueblo y junto al río. El pueblo tiene su encanto y sus gentes reciben muy bien al turista. Roberto el anfitrión del hotel es un máquina, no me he encontrado a nadie como él de servicial, familiar, agradecido, y muy buena gente, es único, su objetivo es garantizar el máximo confort durante la estancia, me he sentido como en casa, en un ambiente muy agradable y acogedor, resumiendo una maravilla de estancia. Gracias Roberto y gracias a todo el personal, espero volver pronto!

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Nos trasladoron del otro hotel que tienen en el municipio por cuestiones de logística a este en una habitación superior y todo fabuloso. La estancia fenomenal, el desayuno espectacular, digno de un 5 estrellas o mejor. También cenamos en el restaurante del hotel y espectacular. Lo mejor el trato del personal y el del gerente que se desvive porque todo esté perfecto. Sin duda volveremos cuando estemos otra vez por la zona.

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Hemos comido el menú de fin de semana en el hotel restaurante Cela, quedando encantados con su abundante comida, exquisita preparación y variedad culinaria. Cuenta con agradable terraza exterior y unas instalaciones interiores amplias, limpias, ordenadas y muy bien diseñadas como para sentirse en el entorno rural al que hace honor. Además de un servicio afable y dispuesto, vestidos pulcramente con camisa blanca y pantalón negro, que da sensación de señorío y calidad y gran eficacia de la cocina, sin apenas espera, pese a que el comedor estaba repleto de gente comiendo.

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