Restaurante Casa Lestón

Hay restaurantes que son buenos, malos y otros que te engañan, este es malo y además te engañan ,me explico, he pedido entre otros calamares con patatas y ni eran calamares sino chipirones y además su frescura depende de la fecha de caducidad de la lata de conserva. En fin, si no queréis que os estafen pasar de largo.

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Encontramos este restaurante casi por casualidad y fue todo un acierto. Teníamos reserva y al llegar ya lo tenían todo preparado. Fuimos a mediodía y pedimos el menú. De entrante elegimos una tortilla de patatas y fabada, que venía en una cazuela enorme, perfecta para compartir entre tres personas. De segundo, merluza a la gallega, y de postre compartimos una tarta de queso y un flan. Todo acompañado con una botella de vino y café, incluido en el menú. ¿Lo mejor? Todo por solo 15 euros por persona. La calidad de la comida y el servicio fueron excelentes. Muy recomendable.

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Nos gustó mucho el sitio, es un sitio de toda la vida. La comida estaba muy buena y el servicio súper agradables. Nos costó 36 por persona. Esta fue nuestra puntuación de los platos: Croquetas de cecina : 7,5 Tortilla: 6 Volanteiras : 8,5 Almejas: 8 Tarta queso : 6 Milhojas : 8,75 ( era casero y estaba muy buena la crema) Café : 9,5 Vermut : 10 Nota total de comida : aprox 8 Nota final: 8 Trato : 9,5 Precio: un poco caro pero bueno Calidad: 8

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En esta visita, tuvimos la oportunidad de disfrutar de una experiencia gastronómica que combina calidad y calidez, tanto en los platos como en el servicio. Con un precio de 120 € para cuatro personas, la comida ofreció una excelente relación entre cantidad, calidad y sabor. Las raciones son muy generosas, ideales para compartir y saborear en buena compañía. El plato de chocos en su tinta fue un verdadero espectáculo: perfectamente cocinados, con una textura tierna y un sabor intenso, acompañados de patatas que absorbían la salsa, un detalle que eleva la experiencia. El pulpo, servido al estilo tradicional con pimentón y un toque de aceite de oliva, destacaba por su frescura y la perfecta cocción, un clásico que nunca falla. Otro punto fuerte fueron los huevos rotos con chorizo y patatas. Este plato, sencillo pero reconfortante, combinaba ingredientes de gran calidad, con el chorizo aportando ese toque ahumado que lo hacía irresistible. Las croquetas caseras, de tamaño considerable y de un empanado crujiente, sorprendieron gratamente, acompañadas de unas patatas fritas doradas y en su punto justo. Para cerrar, los postres fueron el broche perfecto: un flan cremoso, una tarta de queso suave y una empanada de manzana que combinaba lo dulce con un ligero toque ácido, cada uno aportando algo único a la sobremesa. El servicio fue excepcional, atento y amable, contribuyendo a crear un ambiente acogedor y relajado. La combinación de una cocina honesta y una at

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Encontramos el restaurante por casualidad y hemos tenido una experiencia muy positiva. Llamamos para reservar mesa para cenar y elegimos temprano. 21-21:30, ya que siendo pleno agosto, preferimos ser precavidos y llevarnos buenas experiencias. El trato ha sido muy positivo. Lo llevan el propietario, y una camarera muy amable y detallistas. En cocina la mujer del dueño. Que tras varias generaciones de un negocio centenario, se desenvuelven cómodamente con experiencia y buen hacer. Pedimos mesa en el patio interior, muy acogedor, que te abstrae del mundo por un rato. Probamos las especialidades y no nos defraudó. (El pulpo a feira, los pimientos, los chipirones en su tinta. Y de postre la tarta de manzana). El vino propuesto bien acompañamiento a una buena velada. Sin duda lo recomendamos. Un lugar para volver si se da la ocasión.

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