Hattori Hanzo

Local con saturación de olor y ambiente cargado de comida. Ya solo por eso apetecía salir de allí, un extractor de humos le vendría bien. Personal muy desagradable algunos, te tratan como si les debieras un favor por estar allí., 40 min tardaron en tomarnos nota. Y eso que te dicen que tienes 90 para entrar y salir. Te sacan los platos y a lo que te despistas te los quieren sacar de delante para echarte. Eso sí, cuando pides la cuenta tardan un milisegundo en traer el TPV. La comida bien, sabrosa, pero parece raro que la comida japonesa tenga tanta salsa y rebozado fritos (el bao venía con una hoja de lechuga y una gamba rebozada, el resto vacío), satura mucho. Y lo peor al final: los baños, nunca había estado en un local sin agua en los lavabos, en ninguno (ya se comento en críticas previas y no lo han arreglado) y además cisterna del váter rota. Una guarrada brutal . Se recomienda no ir, aunque no debería durar mucho más en Madrid.

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Comer allí siempre es una maravilla, la comida es brutal

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Muy bueno, atención espectacular y precio honesto, volveré

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Lugar excelente , muuy buena la decoración , la comida riquísima y merece la pena volver a repetir , encantadísimo

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Sin lugar a dudas un trocito de Japón en Madrid, comida exótica, pero que se adapta bien a lo que estes dispuesto a “arriesgar” si, como era mi caso, estás explorando nuevas experiencias culinarias. Y eso no hubiera sido posible sin el excelente asesoramiento y servicio de su personal. Atención a la forma de sentarse a la mesa, que no es la habitual, la tabla está al nivel del suelo y te sientas en un foso que tiene a su alrededor, de lo más japonés. Los postres merecen mención especial por su exquisitez.

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Buen restaurante japonés que ofrece una experiencia diferente con su salón de mesas bajas donde simula estar comiendo en el suelo (realmente hay un foso para colocar las piernas con total comodidad). La comida es rica, aunque no tan variada o del todo tradicional como otros restaurantes japoneses de Madrid. Aun así, es un sitio ideal para comer si te gusta la comida asiática. La atención es buena y son rápidos sirviendo, cosa importante ahora que se ha puesto de moda poner hora límite a las reservas, ya que en algunos lugares te echan al llegar a esa hora límite por culpa de su propia lentitud. Aquí no hemos tenido esa mala experiencia, por lo que ha sido un punto positivo a pesar de mi reticencia a reservar en restaurantes que imponen estas restricciones con la excusa de la pandemia.

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La comida de merienda que ponen está buena y es algo distinto pero los precios son caros. La camarera era muy maja pero sólo aparece para sentarte y traerte los platos. Si necesitas algo más tienes que ir a buscar a alguien. Los tiempos de espera de la comida son excesivos. De que te traen todo, te has acabado la bebida y tu acompañante puede que hasta su plato, porque no lo traen a la vez.

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Me encantó el ambientedecoración del restaurante. La verdad es que llevaba tiempo echándole el ojo, pero no me decidí hasta el aniversario con mi chico. La comida estuvo rica y los camareros muy agradables y atentos. La zona del tatami era bastante curiosa, un poquito incómoda la verdad, pero era una experiencia que queríamos probar. Es verdad que el precio se nos iba un poco del presupuesto para lo que esperábamos, pero en general no tenemos ninguna queja.

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No cumple las expectativas en ninguno de los sentidos. El lugar no tiene un ambiente del todo especial, sobretodo para la publicidad que se le da en las redes. La comida deja bastante que desear, pero desde luego lo más desagradable es el PÉSIMO servicio que hemos recibido. La experiencia del personal no tiene NADA que ver con el respeto y la amabilidad que ofrecen otros restaurantes japoneses en Madrid. Si estás buscando un japonés en el centro, este no es el sitio.

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Hemos ido a merendar al Café Panda y no tenían varias bebidas y dulces q hemos pedido. Lo hemos tenido q cambiar por otra cosa. El sitio es muy original, parece q de verdad estés en una taberna japonesa, pero faltaba la mitad de la carta, y los precios están algo inflados. Aún así, merece la pena pasar por alli al menos una vez

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